31 diciembre 2007

AJEDREZ EN LA CÁRCEL

Alfil de invierno: "Corrientes - Argentina"

"Aprenden de sus errores; planifican estrategias y calculan posibilidades para encontrar al camino que jamás vieron: el más justo", dice a momarandu Fabián Silvestri, un voluntario, maestro de ajedrez con referencia a los internos del Penal 1. El maestro recibió a Momarandu en las veredas de la cárcel, y explicó cómo los marginados salvan sus diferencias para juntos encontrarse con las piezas del tablero y en ellas, al futuro de sus vidas.



¿Cuándo comenzaron las clases de ajedrez en la Cárcel?
- En mayo de este año, luego de que lográramos las autorizaciones, que no fueron pocas, y los recursos necesarios para poder iniciar. Por mi parte recibí formalmente a la propuesta para ser dictante unas semanas antes, cuando me convoca, junto a Lucio Mauriño, la Red de Derechos Humanos, gestora del proyecto.



¿Tuvieron inconvenientes para lograr autorización e ingresar al penal?
- Bueno, no sólo los que acarrea la estructura burocrática obligada para poder hacer cualquier cosa muros adentro, sino también concepciones curiosas sobre la naturaleza del deporte en sí contra las que tuvimos que combatir, como la que tenían las autoridades de la cárcel que creían que el ajedrez era un juego de azar. Nos costó mucho hacerles entender que no era así, que el ajedrez es un deporte lógico que permite a quien lo practica aprender de su error y programar su vida. Luego entramos en puja sobre si los internos iban a apostar o no sobre los resultados de las partidas, pero dimos a entender que eso no es vinculante al taller y que si los internos se lo proponen apuestan sobre cualquier cosa.



Una vez logradas las autorizaciones, ¿cómo consiguieron los recursos para empezar?
- Cuando obtuvimos todas las autorizaciones necesarias, se extendió un pedido al Ministerio de Gobierno y Justicia para que donara diez tableros. Se pidió también un tablero gigante, y nos mandaron una puerta de metal. Pero gracias a la habilidad de los internos, logramos transformarla en el tablero mural que pedimos, y ya con eso empezamos con las clases colectivas.



Los internos comentaron que les divierte y apasiona aprender ajedrez en grupos, algo particular, porque se supone un deporte individual...
- El individualismo se deja de lado en las clases colectivas. Transmitimos en ellas conceptos sobre la base de reproducción de partidas de grandes maestros, y en conjunto volcamos lo aprendido a la práctica. Luego, cuando la reconstrucción en el tablero mural de la partida vista, analizamos a las tácticas de ambos bandos para definir por qué uno ganó y el otro perdió. Intentamos llegar a la raíz de los errores, a ese punto clave donde el equilibrio se dio a uno en detrimento del otro. En fin, en la clase participativa desnudamos a las estrategias de los otros para aprender jugadas convenientes de aplicar al momento de un conflicto de decisiones.



Los conocimientos son cooperativos e igualitarios...
- Y no sólo durante las clases colectivas. Cuando logramos alumnos avanzados, implementamos una metodología que liga al trabajo de los primeros con los que acaban de ingresar al taller. Los avanzados enseñan a mover las piezas y estrategias básicas a los iniciados. Así los primeros sienten haber aprendido y los otros que aprenden de un par, de alguien que avanzó desde las condiciones precarias que todos los internos del penal comparten.



Alfil de invierno
Sé, por la agenda de actividades que suelen difundir, que hicieron varios torneos internos ¿Cómo resultaron esas experiencias?
- Cuando en julio logramos cierta nivelación entre los talleristas largamos el primer torneo interno. Su nombre fue “Alfil de invierno”, nombre que los muchachos sortearon de entre varias opciones que propusieron. Comenzamos con el torneo un sábado y lo finalizamos al día siguiente, cuando entregamos los premios a los ganadores y cerramos al evento con una gran cena (choripanes) de camaradería entre los participantes, como se hace en los torneos en todas partes. La competencia resultó excelente; tanto que en septiembre decidimos armar un ranking interno, una liga de ajedrez premier dentro de la cárcel. El objetivo: lograr que los cinco primeros puestos dado cierto tiempo participen de un torneo provincial “extramuros”, que lo planeamos para este mes, pero no se pudo concretar por trámites burocráticos. Sin embargo, no desistiremos hasta ver a los mejores jugar afuera, se lo merecen. Y si fuera el caso, que jueguen en otras provincias de ganar en Corrientes. La próxima vez esperamos hacer los papeles con la antelación que nos exigen. Esa es una materia pendiente.



Después de tanto tiempo sin que hacer, ¿las clases fueron bien recibidas por los internos?
- Hubo muchos inscriptos desde la primera hora, y la experiencia, tanto para ellos como para nosotros, resultó reveladora. Comenzamos con contenidos teóricos básicos. A quienes nos sabían absolutamente nada sobre el deporte les enseñamos a mover las piezas, en tanto con aquellos que ya lo sabían comenzamos con movimientos tácticos de apertura, defensa, y movimientos de cierre, a dar mate, por ejemplo. Aún así, nosotros más allá de la excelencia táctica buscamos que los internos entren en contacto con esa esencia apasionante que hace al deporte, que aplicada a sus vidas les hizo ver que nuevos caminos son posibles.



Te referís a aprender del error y a planificar sus vidas como en una partida...
- Exacto. El ajedrez es un deporte apasionante del cerebro. No es físico, está claro, sino una escuela de razonamiento que potencia inmensamente virtudes ocultas en quienes lo practican. Es tema de discusión con los talleristas, planificar, programar, y aprender del error, son actitudes básicas para progresar en el ajedrez, y al fin, en la vida. Estudiar una partida para ver el momento cuando uno erró, para no volver a errar, hace ejercitar al análisis y al juicio sobre los actos propios. Como bien decías, una partida podría ser metáfora de la vida. Cuando vivimos, muy pocas veces analizamos lo que haremos sino simplemente lo hacemos, y si algo sucede mal, no tratamos de ver qué fue para remediarlo en el futuro. Para progresar en el ajedrez, y en la vida, aprender del error es esencial para proyectar a futuro caminos justos que nos den los que queremos.



Los internos fueron marcados por un error, el que hizo que los encierren, ¿los ayuda a comprender porqué los juzgaron y están encerrados? ¿Ayuda a su rehabilitación el taller?
- A eso apuntamos, y estamos muy conmovidos con el esfuerzo que hacen muchos de los que participan en el taller. No ha sido fácil para ellos. Son producto de la falta de oportunidades afuera, de posibilidades. Las familias de la gran mayoría tienen importantes dificultades materiales, son pobres. Bajo el rótulo de delincuencia muchas veces se designa a actitudes desesperadas, de gente pobre y desesperada que no sabe ya que hacer con su pobreza, y en fin eso es responsabilidad de todos. Mi objetivo no es excusarlos, está claro, cometieron actos fuera de la ley y ello hace que hoy esté privados de su libertad. Sin embargo, muy pocas veces se entiende a la mayoría, o por unos pocos se estigmatiza a todos de delincuentes y peligrosos.



Seguramente por esa causa la baja autoestima en los internos ha de ser un común. Ellos son concientes de cómo los ven afuera...
- Lo saben muy bien, y lo lamentan. La mayoría son personas comunes que quisieron trabajos comunes a los cuales no pudieron acceder; y al salir, cuando para el estado son rehabilitados, se encuentran con dificultades aún mayores de las que tuvieron antes de entrar al penal. Se encuentran con que nada ha cambiado afuera, que los pobres siguen siendo pobres y que encima, ahora, todos los ven como delincuentes. Como si en cualquier momento fueran a violar alguna ley, aunque ni se les cruce por la cabeza; son cruelmente estigmatizados. En los talleres pretendemos que revertir a la situación que sume a los internos, ese es el fin de nuestra intervención. Y clase a clase nos damos cuenta más de ello, muchos están dispuestos a redirigir sus vidas, a ver nuevos caminos para andar donde antes no los veían, y qué mejor que el ajedrez para que elijan al más justo sobre la base del juicio a sus acciones.

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